Lo primero que debemos establecer son las diferentes clases de calzado que existen. Tenemos el Calzado de Seguridad, que incorpora elementos protectores de los riesgos que puedan dar lugar a accidentes, equipado con tope de seguridad para proteger la parte delantera del pie y diseñado para ofrecer protección contra el impacto cuando se ensaya con un nivel de energía de, al menos, 200 J y contra la compresión cuando se ensaya con una carga de, al menos, 15 kN.
Por otro lado está el Calzado de protección, con elementos protectores también de la parte delantera del pie, diseñado para proteger contra el impacto a un nivel de energía de, al menos, 100 J y contra la compresión de una carga de, al menos, 10 kN. Y por último tenemos el Calzado de trabajo, el único que no garantiza la protección contra el impacto y la compresión en la parte delantera del pie.
En función del material utilizado para su fabricación distinguimos entre Clasificación I, calzado fabricado con cuero y otros materiales, excluidos calzados de caucho o polimérico, y Clasificación II, confeccionados en caucho o polimérico. Cualquiera que sea la clasificación que escojamos, estos equipos deben tener unos requisitos básicos sin los cuales no pueden cumplir sus funciones de protección.
Además de estos, existen otra seria de riesgos ante los cuáles hay que poner las medidas de seguridad adecuadas. Por ello, existen una serie de requisitos adicionales.