Mantener las viviendas existentes, conseguir que sean más confortables y adecuarlas a los usos y dinámicas residenciales, es una necesidad que requiere un estímulo permanente. Los profesionales que trabajan en el sector de la rehabilitación hacen mucho más que arreglar fachadas, humedades de las terrazas, patologías de los edificios o generar un certificado energético. Están mejorando nuestra calidad de vida. Barcelona y el casco antiguo de muchas de las poblaciones de Catalunya han mejorado ostensiblemente en los últimos 30 años de la mano de campañas como Barcelona Posa’t Guapa o la ley de barrios.
Sin embargo, actualmente no disponemos de los mismos recursos, subvenciones y facilidades para las instituciones, las comunidades de propietarios y los particulares. Hace falta, pues, una apuesta decidida, para que no se pierda el alto nivel conseguido por las ciudades, ni la experiencia atesorada por los profesionales. En este sentido, sin las medidas adecuadas peligra la continuidad del sector y lo que es más grave, se puede producir un retroceso en términos de cultura del mantenimiento. Además, nuevos retos como la ecoeficiencia y los cambios normativos en el Código Técnico de la Edificación (CTE) obligan a una continua formación por parte de los profesionales y a un mayor conocimiento de los derechos y obligaciones por parte de los propietarios de viviendas.
Por ultimo, ahora más nunca, sería adecuado generar un nuevo sistema que permita conocer a los usuarios qué tipo de empresas tienen la experiencia adecuada para acometer ciertos trabajos, teniendo en cuenta el rigor y no solo el presupuesto más barato. Hay varias propuestas locales y nacionales al respecto, pero con nula presencia ante el usuario final.